Elecciones andaluzas 2015

Andalucía viene representando los peores tópicos de España desde que Blas Infante publicara en 1915 su Ideal andaluz; en realidad desde mucho antes, pero no hay que olvidar que Andalucía fue long time ago referencia comercial y cultural no solo en la Península Ibérica, también en Europa. La historia es una pizarra que borramos con frecuencia para aprender una lección nueva, el problema es que en el encerado la tiza borrada siempre deja restos, pequeñas marcas que se pueden rastrear.

Las elecciones andaluzas arrojan un resultado al que estamos bastante acostumbrados: que algo cambie para que todo siga igual, como decía el Príncipe de Lampedusa. El escándalo de los ERE no ha pasado factura en la cuenta electoral: el partido que gobernaba cuando se cometieron los delitos que aún se investigan ha ganado las elecciones. España es un país extraño, no me canso de repetirlo. La reflexión que se impone es aterradora: ¿por qué la gente les sigue votando? Atención: porque al grueso del electorado andaluz no le importa que sus dirigentes cometan delitos contra la hacienda pública. Porque la gente entiende que la corrupción es natural, y que todo delito fiscal es perdonable. Porque la gente ha dejado de creer en los proyectos políticos. Porque vale más una cara nueva. Porque todos actuaríamos de igual forma si nos colocaran en la misma tesitura.

No se si estoy siendo demasiado duro con los andaluces. Tengo amigos andaluces. Tengo familia en Andalucía. Veraneo casi siempre allí. ¿Cómo es posible que el PSOE haya logrado la misma cantidad de escaños que logró en las elecciones de 2012? La misma, 47 escaños. En Andalucía se da una especie de embrujo en virtud del cual el Partido Socialista ha quedado convertido en depositario de una tradición que consiste en no cambiar nada pase lo que pase, como si Andalucía fuese el reino de Blancanieves y solo el ósculo de un príncipe pudiera romper el hechizo. No llega el beso porque ningún príncipe se atreve a despertar a la doncella, no  vaya a convertirse en Bestia indomable.

La herencia de un territorio anegado por la modernidad, incapaz de transformar su economía y su base productiva en algo distinto de lo que fue, y el miedo de enfrentarse por fín a su propio destino hacen de Andalucía un rehén de si mismo, y a paso procesional va caminando pastoreado por el miedo a perder las subvenciones de la Comunidad Económica Europea (cerca de 2.000 millones de euros anuales). El tema de las subvenciones da en encendidos debates a favor y en contra, pero la cuestión no es si estamos a favor o en contra de una subvención; la cuestión es que no hay alternativa a las subvenciones.

La nota folclórica la han puesto en Andalucía Ciudadanos; vivimos tiempos muy extraños, aunque bien pensado los catalanes parecen devolver su rumba homónima a los orígenes, en un viaje que va de Peret a Rivera, como si aquellos emigrantes que salieron de Andalucía mediado el siglo XX quisieran volver ahora para desaprender el catalán y retomar el acento andaluz, tan elegante en algunos paladares, tan irreverente en otros.